jueves, 10 de julio de 2014

laberinto de olas…



Llueve a ratos. Diría que hace una tarde maravillosa, si supiera que andas sigilosa y volátil por la casa y afino el oído correspondiente para no perderte, buscarte y quererte más aún si pudiera y siento tus pasos y tus delicados dedos a cada rato sobre el parquet y un deseo irrefrenable de fundirme contigo en el espacio y en el tiempo infinito; para siempre y jamás. Te esperé, me tomé mi tiempo, paciente y casi vencido, durante tantos años y otoños y primaveras voraces. Desde aquellas tardes desgarradas, en las que absorto y desplomado sobre el sillón faraónico de orejas verde; frente al imponente ventanal del salón de Cedaceros, escaparate de un mundo de apenas unos metros; imploraba una mirada furtiva de tus ojos, antes de doblar la esquina y sumergirte por la calle de “los Madrazo”… gacela fugaz y presurosa, abriéndote por el filo del mediodía hacia tus clases de baile. Y ya ves… han pasado algunos años, tantos, que ahora sí, ya nada será lo que fue, ni lo que pudo ser y tú; seguro que ya casi eres abuela, y yo… qué será de mí, que sigo perdido y todavía te quiero.


Fuente: MUJERES
Imagen: Tomas Guijo

No hay comentarios:

Publicar un comentario