domingo, 12 de enero de 2014

la blancura de la ballena...


Releo Moby Dick. Persigo la ballena
en los mares de este Madrid que sufre
la tormenta del siglo. No hay arpones
capaces de alcanzarla y de vencerla.

Inútil es la caza del leviatán en esta
hora de la desolación y de la muerte.
Ahab viaja a mi lado. Y su locura
me arrastra hasta el abismo de tus ojos.

Me ciega la blancura de la ballena blanca,
el afán de encontrarme con la bestia.
De volver a vivir en el Pequod soñado
de tu cuerpo de espuma y de navegaciones.

Lo mismo que Ismael, pacientemente,
oteo el horizonte y te busco en los mares
de las calles cercanas cuando tu boca era
el naufragio de todos mis gloriosos fracasos.

Y muero por gritar: “mirad: por allí sopla”.

Imagen: Manuel Cuesta

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