jueves, 2 de enero de 2014

en el pelo se me enredan…

Vivo en una isla que surgió del mar. Durante muchos, muchos siglos, se fue formando poco  a poco gracias a explosiones volcánicas que brotaban rugientes de la mar salada. Por eso mi isla está llena de música y montañas. ¡Hay tantas cosas que me gustan en mi isla, que un viaje espacial de ida y vuelta a la luna no me bastaría para enumerar  cada una de sus maravillas! Bueno, supongo que me gusta tanto porque nací y crecí, y aquí tengo mis amigos, y aprendo muchas cosas en ella, en mi isla. Sí. Yo creo que es por eso que me gusta tanto. Si pienso en lo que más me gusta, así, sin dudar y rápidamente, puedo asegurar que me encantan sus sonidos. Y de esos sonidos, hoy mi nueva profesora nos quiso hablar, y por eso esta tarde me he puesto a pensar. Mis padres tienen su hogar en la medianía de la isla. Y quien no conozca a mi amiga Medianía se preguntará de quién estoy hablando. Y, a ver, ¿cómo la describo? Medianía es… bueno, no está cerca del mar pero tampoco está en las faldas de la montaña más alta. Está aquí, a la mitad de la altura más alta de la isla, desde donde el mar se ve allá abajo a lo lejos y el Teide se ve allá arriba tan pequeñito que a veces me parece poder atraparlo entre mis manos. El Teide es la montaña más alta de mi isla, y siempre la llamaron así, Teide. También entre tanto mar y tantas montañas, viaja, volando como le place, mi amigo más querido, Alisio; el viento y el viejo alisio. Con su juego de empujar el aire, Alisio siempre está cantándome melodías: a mí me recuerdan a los barcos piratas que venían del norte y del este, aunque mi madre dice que tengo mucha imaginación; será por los libros que leo. Cuando lo echo de menos, salgo a buscarlo, y, antes de que lo llame, viene silbando canciones jubilosas que en el pelo se me enredan…

Fuente: Aula25

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