miércoles, 13 de marzo de 2013

hacernos ver...


Tiene 49 años aunque, por lo vivido, bien pudiera tenerlos todos. Todos son también los años que lleva vinculada a la caña de azúcar. Alfamir Castillo es hija de cortero de caña. Y esposa de cortero de caña. Y hermana de corteros de caña. Y el 90 por ciento del municipio donde vive (Pradera) depende de la caña. Y es la presidenta del comité Mujeres de Corteros de Caña. Y es que, la vida de Alfamir Castillo no se entendería sin la caña de azúcar. Mi día a día es mucho más duro que el de una mujer que no esté relacionada con la caña. Ellas no se levantan a las tres de la mañana. Nosotras lo hacemos para preparar la comida de nuestros compañeros y no nos acostamos, seguimos con nuestras tareas. La situación de la mujer colombiana ha empeorado. Los horarios se ampliado y los salarios se han mantenido o incluso han bajado con respecto al nivel de vida. El deterioro del pago del corte de caña es enorme. Antes un trabajador de caña podía ir a recrearse con su familia. Ahora no se puede hacer, primero, porque no hay plata y, segundo, porque no hay tiempo. Después está el no reconocimiento a las familiares de corteros, cuando en realidad la mujer está todo el día afectada por el corte de caña. El trabajo directo de las mujeres es la excepción. Y las pocas que hay son mujeres invisibilizadas. No cortan caña como lo hacen los hombres pero sí cortan la semilla y la siembran. Incluso nuestros compañeros nos dicen que es más duro cortar la semilla que cortar caña larga. Una mujer que se dedique a cortar o a sembrar semillas no llega al mínimo mensual mientras que un hombre sí suele llegar. Sólo por el hecho de ser mujeres nuestro trabajo está peor remunerado. El 8 de septiembre de 2008 el sector de corteros de caña decidió parar. No era la primera vez pero sí fue la más duradera. Y la ocasión en la que las mujeres decidieron levantar la voz… Ninguna nos imaginábamos que el paro iba a durar cerca de tres meses. Muchas de nosotras decidimos sacar una carta, pues se oían muchos rumores que no eran ciertos con respecto a los trabajadores, nuestros esposos, hermanos y padres. Se decía que no querían trabajar, que pedían mucho, que exigían cosas imposibles… decidimos que teníamos que decir a la gente por qué realmente estaban en paro y lo que pedían. Fuimos nosotras porque ellos estaban en los ingenios bloqueando las diferentes entradas, para que ni entraran ni salieran mulas con caña. No les quedaba tiempo de hacer otra cosa. Y considerábamos que nosotras podíamos tomar la iniciativa. En las casas se estaba viviendo necesidad de comida. Era la primera vez que las mujeres salían al frente y causó mucha sorpresa. Estábamos invisibilizadas y decidimos hacernos ver.

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