miércoles, 16 de enero de 2013

encauzando el viento...


William Kamkwamba vivía con sus padres en Masitala, una pequeña aldea a 2 horas en camioneta de la capital de Malawi con 50 chozas de adobe, sin agua corriente ni luz, y todas sumidas en la más absoluta pobreza. Hasta que el chico de catorce años, que había abandonado la escuela por falta de pago, decidió hacer de su ingenio su porvenir y erigió con sus propias manos y basura reciclada un pequeño molino de viento que cambiaría su aldea para siempre… Malawi, con 13 millones de habitantes, la mayoría rozando la extrema pobreza, tiene una tasa del 14% de infección por VIH y una esperanza de vida cercana a los 43 años. El problema fundamental del país es la necesidad de importar, casi en su totalidad, todos los bienes y energías de consumo, dispensando al país una deuda externa progresiva que le impide crecer y desarrollarse para salir de su condición de extrema pobreza. En 2001 la hambruna se agudizó en todo el país. Compartía choza con 6 hermanas y sus progenitores. Ayudando en las tareas de cultivo de tabaco y en cualquier chapuza que generase ingresos a la familia. Sin luz ni agua corriente, las prohibitivas candelas de parafina iluminaban su hogar al caer el sol día tras día; cuando los recursos eran suficientes para abastecerse de ellas en el economato que estaba a 8 kilómetros de distancia. A pesar de no estar escolarizado, William no carecía de ingenio y ganas de aprender sometido, desde que tenía uso de razón, por el instinto de supervivencia. Abandonó la escuela pero devoraba las revistas y los viejos y carcomidos libros que alguna ong depositaba en el club social de la aldea. A sus manos llegó un ejemplar de una publicación educativa de ciencia que explicaba como convertir el viento en electricidad. Manos a la obra. Con una vieja bicicleta, el ventilador de un tractor abandonado, gomas, madera de eucalyptus y los desechos de agricultores vecinos comenzó a construir el primer aero-generador particular de todo el país. Sin saberlo, el bueno de William estaba levantando, no sólo un molino de viento que ayudaría a abastecer de energía a su aldea, sino las bases para la mejora de la deteriorada conciencia auto-suministradora de sus deprimidos compatriotas. En apenas unas semanas el generador del molino estaba funcionando. Fue el primero de una serie de molinos que William construyó por toda el pueblo.
Fuente: ecocosas

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