domingo, 11 de noviembre de 2012

canta viento…

De rodillas en el suelo, unta con cemento la parte trasera de unas baldosas marrones. Una a una, las va colocando sobre la pared. No es muy difícil, asegura, sin dejar de prestar atención al trabajo que tiene entre manos. Aprendí a hacerlo observando a un señor que vino a mi casa para arreglar el suelo. Al cabo de un rato, mira su obra inacabada y añade, me gustan los colores vivos; hacen que la vida resulte alegre. Jimena Basualto es una mujer de 42 años que vive en Monte Patria, un pueblo de 6.000 habitantes que queda al interior de la cuarta región chilena.  Dejó sus estudios a los 17 años porque, explica, nunca le interesó estudiar. Pero aprender sí, aclara. Siempre me ha gustado demostrarme a mí misma todo lo que soy capaz de hacer. Y siguiendo este impulso suyo por aprender y superarse, se embarcó hace dos años en un proyecto de vida bien ambicioso para alguien que no tiene nociones de construcción, bromea, divertida. Pero aun sin tener mucha idea de construcción y con pocos recursos, Jimena da alas al primero de sus sueños: ‘Canta Viento’, un restaurante construido únicamente a partir de material reciclado. Muchos me decían que lo que yo quería hacer no tenía ni pies ni cabeza. Pero poco a poco fui perdiendo el miedo a que me tomaran por loca y me centré en lograr lo que quería lograr.  Y cuando lo consigues, tomas impulso para hacer cada vez más cosas fuera de lo establecido. Es maravilloso. Una se siente como un niño. Y mirando hacia el horno recién construido, un cubo de latón cubierto con una mezcla de barro y botellas de vidrio molidas, añade: Yo sé que la niña que fui nunca se fue. Por eso hago estas cosas, porque no tengo miedo de crear ni de soñar…  igual que un niño. Y es que Jimena, en lugar de rendirse ante la falta de recursos, echó a volar su imaginación y decidió sacar su sueño adelante de todas formas. Así, comenzó a hacer uso de todo lo que los demás desechaban. La parte más fácil era encontrar los desechos. Chile genera más residuos que cualquier otro país latinoamericano, y muchos de ellos van a parar a los llamados “vertederos clandestinos”, uno de los grandes problemas medioambientales del país. Entonces, vuelve la cabeza hacia las baldosas que está untando con cemento y comienza a tararear un tema de Alberto Cortez. Se llama ‘Castillos en el aire’. Es mi canción preferida”, explica antes de comenzar a cantar… Quiso volar igual que las gaviotas, libre en el aire, por el aire libre… Y los demás dijeron ‘¡pobre idiota, no sabe que volar es imposible!’ Pero él alzó sus sueños hacia el cielo y poco a poco fue ganando altura. Y los demás quedaron en el suelo, guardando la cordura…


 

2 comentarios:

  1. Es uno de los mayores errores de "nuestra civilización". La facilidad con la que se asume, que para madurar, hay que enterrar al niñ@ que todos fuímos y llevamos dentro.
    Inocencia, ingenuidad, imaginación, sueños...son atributos de la infancia que "debemos" perder al crecer y si alguien los conserva es por que la vida todavía no le ha golpeado.
    "La infancia es donde se vive y luego se sobrevive". "La escuela es el lugar donde enterramos a los niños", Leopoldo Panero dixit en la maravillosa película "El Desencanto" de Jaime Chávarri. Cuando madurarás, chaval, deja de hacer tonterías..."Años rosas de la vida del ayer / flores cortadas por la sabia madurez" canto yo...
    Síndrome de Peter Pan le llaman cuando te resistes a convertirte en un adulto frustrado, gris y aburrido. Detrás de un adulto creativo hay un niño que sobrevivió.
    Así lo veo yo, pero claro, yo soy un niño grande al que le gusta jugar y tener conversaciones con otros niños por que los "adultos" me aburren soberanamente.
    Me dicen que no aparento la edad que tengo, que me conservo de maravilla. Será por eso?
    Seguiré regando las flores de mi mente y le echaré a la madurez una partida de ajedrez.Jejejeje...

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  2. Hace años, dando clases en un colegio definíamos palabras, y una era "maestro". Un niño de once-doce años escribió: "son seres de ultratumba que pretenden lavarnos el cerebro"... Hubo más respuestas en esa línea, acordamos en el aula preparar un montaje de diapositivas con todas las aportaciones, mostrárselas al profesorado y debatir el tema... Se quedaron fríos al escuchar las vivencias de "sus pupilos"... Quizás si el Sistema dejara a los niños y niñas crecer como tales, y si como dice Tonucci, se pensara en y con la infancia para organizar las ciudades y pueblos... seguramente habría flores en las mentes, en las manos y en los pieses que mueven el mundo... En eso andamos... Gracias Xurxo!

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