martes, 2 de octubre de 2012

se conocían por las huellas…

Contaban nuestros abuelos que los primeros fundadores  de estas tierras -allá por la década de los años veinte del siglo pasado, después de la Revolución- solicitaron al gobierno que les concediera espacio para sembrar sus cosechas de maíz y frijol para mantener a sus familias. Como no tenían recursos económicos y venían sin nada, lo primero que ocuparon fueron los terrenos que estaban junto a los arroyos, y construyeron jacales o sombras para proteger sus familias. Entonces, gobernaba el estado el general Ignacio Enríquez, que en esa época promovía las colonias agrícolas como la alternativa para resolver la dotación de la tierra  en contra de la visión nacional de la creación de ejidos. Eso llevó a que la primera decisión que tomaron nuestros abuelos fue la de ser colonia o ejido. Después de mucho discutir, decidieron que el ejido era la mejor opción para ellos. Eran tiempos difíciles. Acudían a la escuela, y cuentan los mayores que iban descalzos y que entre ellos se conocían por las huellas de los pies en la vereda. Por las huellas, podían decir: “Ya pasó fulano; mengano aún no pasa”. Con la fiebre del oro blanco –algodón– en el mercado mundial, se empezó a cultivar el algodón en las tierras que irrigaban en el invierno con el agua del río que subían mediante una acequia, y que daban riegos de auxilio para garantizar la cosecha. Se tiene que resaltar la lucha que dieron nuestros abuelos y nuestros padres para lograr la dotación de aguas de la presa al ejido. No fue fácil. Muchos lucharon para garantizar a las generaciones actuales y futuras el agua del río Del Carmen… Pero hubo recurrentes crisis con el incremento de las tasas de intereses bancarios, la caída del precio de las cosechas, el incremento de los insumos y los pocos apoyos gubernamentales. Hoy, nuestro ejido es pilar importante en la lucha por el agua, por el ordenamiento de la extracción del acuífero Flores Magón Ahumada, ante los aprovechamientos irregulares por parte de los menonitas. También estamos en la lucha para que se impida el aprovechamiento irregular del agua del río Del Carmen, y se permita que la presa Las Lajas se recargue y nos garantice el agua para los siguientes ciclos agrícolas… Así como desde hace años nuestros abuelos, padres  y hermanos mayores  se han comprometido con la defensa del ejido, se requiere que hoy continuemos con la tarea de cuidar la tierra, el agua y los recursos naturales por los que vienen atrás. Escuchemos a los ejidatarios mayores, que tienen  la experiencia de la vida, y reconozcamos que somos una comunidad  que ha salido adelante ante los problemas. Pocos ejidos tienen la organización, generaran economía y participan activamente por  la solución a sus demandas. Si los primeros pobladores vivieron en arroyos, si nuestros abuelos y padres andaban descalzos y araban la tierra con mulas, desmontaron con picos y hachas  y nunca se rajaron; si los ejidatarios mayores participaron en mejorar las condiciones del ejido, nosotros no podemos acobardarnos, defendamos nuestra tierra, nuestra agua  y nuestros recursos, éste es el mejor tributo que les podemos brindar  a nuestros  abuelos  y a nuestros padres.
Colectivo en Defensa del Desierto de Chihuahua


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