lunes, 24 de septiembre de 2012

líneas que se entrecruzan...



Un día de verano cierto personaje tocó a la puerta de Silvio Rodríguez: “Mire, yo atiendo lo que es Prevención en el barrio La Corbata. Como usted sabe, trabajamos en lugares sensibles, donde hay personas que han sido reclusas, y tratamos de ayudarlas a la reinserción en la sociedad. Como son barrios con determinados problemas, con determinadas carencias, también tratamos de que la gente se conduzca bien, que no se desvíe, no se meta en problemas… Yo vengo a verlo porque cuando usted fue a la prisión de Guamajal, yo trabajaba allí, entonces me di cuenta de que usted es una persona que se preocupa por estas cosas”. Pero a la vuelta de un año o más de la gira por las prisiones, al trovador le parecieron especialmente interesantes sus preocupaciones y la manera en que las enfocaba… aquí hay un material humano que hay que aprovechar, hay que ver qué hay detrás de esto. Se hizo entonces el concierto de La Corbata. Aquel primer concierto fue el precedente de todo un proyecto: una gira por alrededor de treinta barrios de La Habana: El criterio que nos ha guiado es presentarnos en los lugares más necesitados, en los que haya más problemas acumulados, en los sitios más críticos por la razón que sea. Siguiendo esta brújula, además de viejos barrios habaneros, hemos visitado lugares que hasta hace unos años ni siquiera existían. Vecindarios creados por albergues que inicialmente iban a ser provisionales. En ellos ubicaron a familias que por diversas causas perdieron sus viviendas. Algunos llegaron siendo niños y después se casaron, y más tarde han visto crecer a sus propios hijos. Eso sí, en todos esos barrios hay niños con escuelas y con zapatos. La gira por los barrios fue concebida con cierta modestia, sin mucha parafernalia ni divulgación. No he querido hacer un gran show de las visitas a los hogares de la gente. Entre otras razones porque lo que hacemos lo considero una función natural, algo que debe ser cotidiano. Creo que el arte debe salir de los teatros y darse a los ciudadanos que no pueden pagarlo, o a los que no lo visitan por falta de costumbre, o por mitología de clase. Ir a los barrios es hacer justicia a las personas y también a las artes; intentar un granito de arena reparador, rompedor de prejuicios. Busco ver a la gente, tocarla, intercambiar humores, escucharla expresarse para saber la realidad del pueblo, de mis orígenes, a lo que me debo. También busco hacer llegar a esos lugares expresiones que nuestros medios y los medios del mundo difunden poco. Busco amar y ser amado. Encuentro un renacer. Ya sé que alguien podrá decir que es momentáneo. Pero, mientras dura, sabemos que no estamos solos, ni olvidados. Recibimos y damos. Lo sienten ellos y también nosotros. Eso se nos queda en la memoria, a todos. Personalmente me conmueve constatar que la gente de los barrios, a pesar del predominio de lo que está de moda, canta mis canciones. Eso me impresiona... Es como un milagro. Dejo lo que me corresponde dejar. A mí, a cualquier artista: puentes, líneas que se entrecruzan, que nos vinculan y se encienden a la vez, que nos muestran lo humanamente útiles que podemos ser.
Fuente: Rebelión
Imagen: Cubarte



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