miércoles, 12 de septiembre de 2012

cultivando para la libertad…


Es como criar a un hijo, dijo Ramadan, sonriendo bajo la malla metálica que protege al pequeño invernadero instalado en el techo de su edificio de apartamentos. Tomates, pepinos, berenjenas, judías y otros vegetales cuelgan de decenas de plantas cultivadas en cuatro filas de tubos. Sobre estos tubos, otros caños más pequeños y con agujeros irrigan ese original jardín dos veces al día, que es cuidado por Ramadan, su esposo y sus cuatro hijos. Me siento más fuerte, dijo Ramadán. Cultivo algo y lo como de mi propio trabajo. Contribuyo con mi familia, y eso genera un buen sentimiento. Este proyecto familiar ha inspirado también a algunos de sus vecinos. Hoy, once familias administran invernaderos similares en los techos de sus casas en el campamento para refugiados de Dheisheh, cerca de la sureña ciudad cisjordana de Belén. La idea también se propaga a otros lugares: ya fue instalado un invernadero en el cercano campamento de Aida, y hay más planeados en otros sitios. El proyecto fue iniciado a comienzos de este año por Karama, una asociación local palestina con sede en Dheisheh que ofrece programas educativos y de capacitación a jóvenes y mujeres. También tiene el objetivo específico de hacer que las mujeres palestinas se sintieran más independientes e involucradas en el sustento de sus familias. Estamos tratando de apoyarlos de alguna manera y hacer que no se sientan mendigos. Alaa Tartir, coautor del informe "Farming Palestine for Freedom" (Cultivando Palestina para la libertad), sostuvo que la agricultura podía ayudar a los palestinos a lograr una economía más sostenible y autosuficiente, lo que llevará a la seguridad alimentaria. La agricultura siempre hace una conexión, un lazo entre los palestinos su tierra. Eso va conectado con la cuestión más general de la lucha y con otra aun mayor, la de la identidad, lo que significa ser palestino. Para Asmahan Ramadan, cuya familia poseía tierra y se dedicaba a la agricultura tradicional en su aldea de Zakaria, cerca de Jerusalén, la experiencia de cultivar en el techo la hizo sentir más ligada con su pasado. Me conecta con la tierra. Mi familia estaba formada por agricultores, y por tanto he regresado a mis raíces, dijo Ramadan, quien nació en el campamento de Dheisheh. Me da la sensación de que estoy sentada sobre un gran campo. Este es mi campo. 
Fuente: Palestina Libre 

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