lunes, 16 de julio de 2012

a orillas del río...


“No te olvides que del río viene la vida para mi pueblo”, alertaba ya hace 10 años el cantautor Yalo Cuellar, en Lagrimas del Pilcomayo, un río que nace en los Andes de Bolivia, por donde recorre 836 kilómetros, para seguir luego por Paraguay y Argentina e integrarse a la gran cuenca del Plata. Pero nadie escuchó su denuncia. El pueblo weenhayek, con más de 7.000 años y del que sobreviven unas 15.000 personas en 62 comunidades en la Región Autónoma del Gran Chaco, limítrofe con Argentina y Paraguay, ve disminuir día a día la pesca, pilar de su sustento, así como la flora y la fauna de la que también depende. Detrás, dice Cuellar, está “un veneno que llega de lejos”, en forma de explotación hidrocarburifera y forestal, sobre pastoreo del ganado vacuno y caprino, sedimentación del lecho fluvial, sobrexplotación piscícola, contaminación, infraestructuras mal concebidas fuera de su frontera y dejadez de las autoridades nacionales ante todo ello. Los weenhayek (pueblo o gente diferente, en su lengua) son expertos en la captura de sábalo, dorado, surubí, pacú y bagre, y en la época de pesca, las familias enteras dejan sus hogares y acampan a orillas del Pilcomayo, donde parte del pescado se vende a intermediarios para su venta en las ciudades y el resto es para el autoconsumo. No solo hay menos peces. También han disminuido las plantas tradicionales, los animales silvestres y las especies melíferas (de la miel), por la contaminación y la descontrolada irrupción de actividades hidrocarburíferas, ganaderas y agrícolas, que han roto los ciclos naturales que por miles de años protegieron sus pueblos ancestrales. En la degradación del Pilcomayo, 2010 representa un hito especial. El caudal del río cayó de 2.500 a 90 metros cúbicos. Los weenhayek demandan gestiones diplomáticas contundentes ante los gobiernos de Asunción y Buenos Aires, para que se definan soluciones permanentes que recuperen la grandeza de su río. Urge la canalización adecuada del afluente, así como la puesta en marcha de una Comisión Nacional del Río Pilcomayo, donde participen todas las autoridades que tienen que ver con sus problemas y adopten medidas para su rescate.

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