viernes, 25 de mayo de 2012

humanizando el espacio público…


El ciclista no hace colas, no tiene problemas de aparcamiento. Sigue hacia adelante, orgulloso, y su ágil vehículo transmite una tranquila solemnidad. Casi de broma, supera al automovilista estancado en el tráfico, encogido entre respaldo y asiento y en una regresiva posición fetal”. El escritor francés Didier Tronchet resume así, en su Pequeño tratado sobre la ciclosofía, la filosofía del ir en bicicleta, que en los últimos años está teniendo cada vez más personas adeptas. “La bicicleta ha vuelto para alegrar las calles de las ciudades grises de humos, contaminación y atascos permanentes”, es el balance que hace Josu Díaz, de Pedalibre, una asociación de defensa de la bicicleta urbana. Los estudios sobre movilidad aseguran que la coyuntura económica ha tenido un papel importante en el abandono del coche, aunque no lo vinculan directamente a un aumento de la movilidad ciclista. Lo cierto es que muchas personas que usan la bicicleta como medio de transporte apuestan por otro modelo económico donde el uso del coche no sea el centro. Joaquín, socio-fundador de la cooperativa de bicicletas madrileña Goteo, se plantea el uso de la bicicleta como alternativa social al modelo vigente: “Utilizar la bicicleta, sobre todo en la ciudad, significa plantear un cambio”. Un ejemplo de espacios autónomos dedicados a las dos ruedas en ciudades dominadas por el “cochecentrismo” es el de los talleres bici: “Un taller de bicis social y participativo es una pequeña isla dentro de un océano hostil”, señala Díaz de Pedalibre, quien participa en varios de los talleres bici existentes en Madrid. Elisabeth Lorenzi documentó la expansión de estos espacios en el estudio Centro social en movimiento. Los talleres de autorreparación de bicicletas en espacios autogestionados (2010). Subraya que los centros “en los que se ubican coinciden en la autogestión, una visión política antiautoritaria, la adscripción a los movimientos sociales y la participación y uso del espacio de grupos no formalizados”. En esta relación directa también coinciden desde Pedalibre: “El taller bici no sólo significa un lugar de autorreparaciones de bicis, sino que conecta sensibilidades muy diferentes: reciclaje, ecología, intercambio, solidaridad, política, aprendizaje y conocimiento”, señala Josu Díaz. 

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