viernes, 18 de mayo de 2012

en transición…


“Se mueven toneladas de cuerpos de unas partes del mundo a otras para hacer cursos, visitar ecoaldeas, proyectos de permacultura, ciudades en transición... Esto parece más relacionado con la adicción que con la necesidad”, reflexiona Stefania Strega-Scoz, formadora en el movimiento de comunidades en transición desde hace 20 años. Si de alternativas de movilidad hablamos, no hay duda, no queda otra que reducir la movilidad. Las ciudades y pueblos en transición, por ejemplo, trabajan para relocalizar la vida y potenciar las relaciones de cercanía y proximidad, reordenando las necesidades y deseos para favorecer la producción y el consumo local. El movimiento arrancó en 2005, en Kinsale (Irlanda), y se extendió a Totnes (Inglaterra). En la actualidad incluye a comunidades de todo el planeta que tratan de desarrollar su “resiliencia”–capacidad de sobreponerse– ante el doble desafío del cambio climático y el pico del petróleo. Esto se lleva a cabo de muchas y creativas maneras, pero con un nexo común: trabajar por la autosuficiencia local. Desde 2009, en el Estado español, han ido proliferando pequeños grupos en casi todas las autonomías, muchos de ellos al calor de la apuesta por el decrecimiento. “Las ciudades en transición tienen como apuesta principal la relocalización en todos los ámbitos de la vida, desde el trabajo a la producción alimentaria y energética, para reducir la hipermovilidad a la que nos hemos acostumbrado en los últimos 30 años”, explica David González, miembro de Gasteiz en Transición, un proyecto que trabaja en la provincia vasca desde 2010, “una herramienta para llevar a la práctica el decrecimiento”. Gasteiz, Zarzalejo, Totnes… No existen recetas: la cuestión reside en una buena “contabilidad energética” que cada comunidad debe estudiar para plantear respuestas creativas. El cambio en el modo de pensar que exige la transición supone romper con prejuicios que planteen extremismos para diseñar modelos creativos buscando una rentabilidad energética.
Patricia Manrique
Fuente: Diagonal

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