viernes, 4 de mayo de 2012

economia de los cuidados...


Las trayectorias de vida de las mujeres son muy diferentes en distintas partes del mundo, pero tienen algo en común (aunque los grados de intensidad varíen mucho). Incluso en tiempos de relativo desahogo social, siguen siendo víctimas de discriminaciones sociales, salariales, de discriminación en el acceso a la tierra o la propiedad, víctimas de acosos sexuales y de la violencia en el espacio doméstico y en el trabajo, del bloqueo del acceso a la esfera pública y a la actividad política. En tiempos de crisis, este sufrimiento injusto no sólo se mantiene, sino que se agrava. En los países del sur global, la crisis ecológica, del extractivismo de materias primas, alimentaria, por ejemplo, tiene especial incidencia en las mujeres africanas, asiáticas y latinoamericanas que tienen a su cargo la responsabilidad de buscar agua (cada vez más lejos, más escasa y contaminada), buena parte de las tareas agrícolas y la preparación de los alimentos. Siempre que hay guerra, mujeres, niños y niñas son las principales víctimas inocentes. Siempre que surgen movimientos de resistencia, ellas están en el frente de lucha. En los países del norte global, la reciente crisis financiera está afectando a las mujeres de múltiples maneras, algunas poco visibles. A menudo, sin darse cuenta, los impactos de la crisis aproximan sus experiencias de vida a las de las mujeres del sur global. Incluso cuando no son las primeras despedidas, las mujeres tienen que redoblar esfuerzos trabajando en otras actividades remuneradas, infrarremuneradas o no pagadas para mantener el presupuesto familiar por encima de la asfixia: limpieza, costura, impartición de clases, cocina y alimentación de terceros, cuidado de niños, actividades de artesanía, agricultura de terraza, etc. Por otro lado, los costes sociales y psicológicos de la crisis en el bienestar y la salud de las familias recaen principalmente sobre las mujeres. Exigen de ellas un esfuerzo adicional en un área de la economía que los economistas convencionales nunca han reconocido y sin la cual las sociedades no pueden subsistir: la economía del cuidado.Las mujeres, que soportan un fardo desigual cuando la austeridad impuesta por el neoliberalismo recae sobre las familias, saben bien que la solución es luchar por otro modelo económico que elimine las causas del fardo: reducción drástica de los presupuestos militares; reconocimiento público de las "otras economías" orientadas por las lógicas del don, la reciprocidad y la solidaridad, así como de las economías consideradas informales (a pesar de que ocupan la mayor parte de la actividad económica en muchos países), donde las mujeres tienen un protagonismo indiscutible; servicios públicos eficientes; fiscalidad progresiva; derechos de ciudadanía eficaces, incluyendo los derechos sexuales y reproductivos, que liberen a las mujeres del yugo del sexismo y del fundamentalismo religioso.
Fuente: Rebelión

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