miércoles, 30 de mayo de 2012

derecho a saber...


Ellas cumplen esta labor en Perú desde tiempos ancestrales, mediante una transmisión oral de sus conocimientos que hoy, sin embargo, resultan insuficientes ante los embates de lluvias inesperadas, heladas extremas, vientos huracanados y otros fenómenos ocasionados por el cambio climático. “La pequeña agricultura es una de las áreas de mayor vulnerabilidad frente al cambio climático. Las mujeres padecen para abastecerse de agua por el incesante deshielo de los nevados y las sequías, o pierden los cultivos por heladas e inundaciones”, afirmó Elena Villanueva, del Programa de Desarrollo Rural del feminista Centro Flora Tristán. La socióloga puntualizó que, si bien las productoras son más afectadas por este contexto, también pueden desarrollar competencias para una actuación activa y protagónica. Así lo viene constatando el centro en la región surandina de Cusco y en la nortecostera de Piura, donde desarrolla un proyecto sobre justicia climática y mujeres rurales. “Está demostrado que estas semillas son más resistentes a las plagas y enfermedades generadas por los cambios bruscos del clima, porque en su cultivo no se han usado agroquímicos. Tienen además capacidad para adaptarse a otros pisos ecológicos donde las mujeres podrían continuar con su actividad agrícola”, indicó Villanueva. La producción a pequeña escala ha contribuido a mantener la diversidad genética que caracteriza al Perú y que se sostiene en el trabajo de miles de generaciones de mujeres. Pero el acceso a la información y recursos técnicos es escaso y difícil para las mujeres rurales, los esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales no pueden sustituir los vacíos del Estado que desaprovecha este valioso capital humano. “Necesitamos apoyo para organizarnos y llegar a todas las compañeras en las diferentes comunidades, las que están más arriba”, planteó García. ”Nosotras también tenemos derecho a saber cómo cuidar mejor las semillas. Eso pediría a las autoridades, y que nos convoquen para los planes que deben hacer por lo del cambio del clima. Allí nosotras podemos aportar lo que sabemos”. Propuso desarrollar estrategias que den sostenibilidad a las habilidades y prácticas de las mujeres, crear bancos de semillas comunales, locales, y regionales, patentar las semillas y de esta forma garantizar su protección. ”Pero lo más importante: no es posible que ellas tengan alternativas de adaptación ante la vulnerabilidad del agro por el cambio climático y estén ausentes en el diseño y aplicación de políticas en todo nivel, eso debe corregirse”.  “Se necesita brindar acompañamiento técnico y fortalecimiento organizacional a las asociaciones de productoras, para que sus prácticas ancestrales en el cuidado de las semillas respondan a los desafíos climáticos actuales y constituyan vías eficaces para futuras acciones de adaptación que tengan carácter de política pública“.  
Mariela Jara

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