miércoles, 2 de noviembre de 2011

estado de rebelión...

colposcopía
Las políticas que se están imponiendo “desde arriba” en Europa en los últimos tiempos son una muestra evidente de la declaración implícita de un Estado de excepción económica y social contra los y las de abajo, utilizando como coartada la crisis sistémica generada por un capitalismo financiarizado, cada vez más injusto y depredador, con el vuelco climático, la catástrofe de Fukushima y la tragedia de Somalia como sus manifestaciones más extremas. Su obstinación en buscar una salida de la crisis al servicio de los mismos que la provocaron está llevando incluso a una involución no sólo en lo que quedaba de los Estados de bienestar sino también en la democracia liberal y el Estado de derecho, convertidos en mera retórica mientras se imponen el gobierno privado de “los mercados” y la obsesión securitaria frente a los nuevos “ilegalismos populares”[...] Más allá de las diferencias entre los signos de revuelta que se reflejan en los distintos países, existe un denominador común en todos ellos: la voluntad de volver a ocupar el espacio público, las plazas y las calles, para denunciar un sistema que no ofrece ninguna esperanza de salir de la precariedad y la vulnerabilidad social [...]
Pero, si bien este “tiempo de revueltas”, como diría Lluis Llach, da razones y motivos para la esperanza, no podemos por ello ser optimistas sobre la salida que a corto plazo cabe prever. Al contrario, estamos sólo en el inicio de un proceso de reconstrucción de nuevos vínculos sociales y organizativos y de un “sentido común” alternativo que llevará mucho tiempo todavía. En el Estado español, el Movimiento 15-M ha demostrado ya, en sus poco más de tres meses de vida, su capacidad para ser catalizador del malestar difuso en la sociedad. Por eso la legitimidad social que ha alcanzado permite prever que puede ser un actor colectivo dispuesto a desafiar desde el primer día al Gobierno que se salga de las urnas el próximo 20-N. Pero necesitará también de una izquierda antineoliberal y anticapitalista más firmemente decidida a luchar por otra política y otra forma de hacerla, lejos del modelo de partido profesional- electoral hasta ahora dominante.

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