viernes, 9 de septiembre de 2011

lo que ya existe...

 

Durante más de un siglo los movimientos antisistémicos han forjado sus estructuras organizativas de forma simétrica al capital, a los Estados, los ejércitos y otras instituciones en el sistema que combaten. Aún existiendo una gran cantidad y variedad de “organizaciones” de la clase obrera, de los sectores populares y del campesinado, surgidas de las múltiples necesidades de la vida cotidiana y mimetizadas en ella, la izquierda política y el movimiento social optaron por construir estructuras separadas de esa cotidianeidad. Al hacerlo, no sólo consideran que esas organizaciones tienen escasa utilidad para hacer la revolución y cambiar el mundo, sino que suplantan las formas que se dan los oprimidos para sustituirlas por otras que, paradoja de las luchas sociales, son calcadas de las de los opresores.
En las tres últimas décadas, en América Latina pero también en otras regiones, están cobrando relevancia otro tipo de “organizaciones”, que brotan en la sociabilidad cotidiana de los oprimidos, que están mostrando gran vitalidad al colocarse en el primer plano de las luchas contra el neoliberalismo. Los movimientos sociales más potentes del continente vienen siendo aquellos que potencian “lo que ya existe” en los sectores populares, en vez de buscar moldear sus luchas en torno a formas de organización y de acción ya pre-concebidas y externas a sus experiencias históricas. Esta constatación tiene enormes repercusiones, apenas experimentadas aún, respecto a la forma de concebir la revolución. Es durante las grandes movilizaciones populares cuando los vínculos sociales entre los oprimidos, sumergidos en la cotidianeidad, se vuelven visibles al rasgar el velo  de la indiferencia tejido por la opresión. 
En esos momentos, las relaciones sociales de reciprocidad urdidas durante largo tiempo en la sombra, en espacios lejos de control de los poderosos, salen a la luz del día, despliegan su potencia; el hacer cotidiano subterráneo se ventila entonces en el espacio público. Los nuevos sujetos sociales, urbanos y rurales, se están construyendo en territorios propios, aunque con un desarrollo desigual. La territolización de los actuales movimientos sociales y populares (en particular los movimientos indios de Chiapas, Bolivia y Ecuador, los seringueiros y Sin Tierra en Brasil y Paraguay, los desocupados en Argentina), es el rasgo principal de los nuevos sujetos, lo que les está permitiendo desafiar a los poderosos. En estos territorios controlados por los movimientos, en comunidades rurales y barrios urbanos, se configura una nueva especialidad modelada por la resistencia y la rebeldía de los oprimidos.

Espacios, territorios y regiones: La creatividad social 
de los nuevos movimientos sociales en América Latina


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